Afortunadamente no me dicen nada por llegar tarde, pero me he prometido a mí misma que nunca más volverá a pasar.
Giro la cabeza y quedo asombrada con la cantidad de gente que había en la clase, y claro, todos mirando con ojos de búho.
Me siento en el primer sitio que veo libre, en un extremo de la clase. Dicen que con quien te sientas el primer día, probablemente lo hagas el resto de los días; pues yo espero que no sea cierto, porque no hay nadie a mi lado sentado.
Calculo que habrá unas 70 personas y chafando mis esperanzas no hay nadie extranjero. No es que yo sólo quiera relacionarme con gente de mi tierra, pero al principio es una gran ayudita para romper el hielo.
Nos empiezan a decir las fechas de exámenes, entregas de trabajos, días festivos, etc..: una media hora ajetreada, sin duda. No quiero pensar cuando de verdad haya que coger apuntes de las asignaturas.
Hago intento de hablar con la gente de atrás pero la vergüenza me puede y simulo que estoy con el teléfono.
Nos gastan una novatada los chicos de segundo y tercero de enfermería, que la verdad, me ayuda para sacarme unas risas y alegrarme un poco.
Acaba la presentación y me marcho corriendo al w.c., tanto correr me ha aflojado el fuelle. Mientras tanto, entran unas chicas que deben de ser mi clase hablando de un chico guapísimo que había en clase. Se me esboza una sonrisilla porque yo también me he fijado en él, estaba sentado justo detrás mío. “sí tía, el que estaba sentado enfrente nuestra?”-“pues no sé”- “¡joé, el que estaba detrás de la “guachupina”!”.
¡Zás! Se me esfumó la alegría de la cara. ¿No hay maneras suficientes de describir a una persona que tienen que soltar su procedencia de manera peyorativa?
No tenían derecho a despreciarme de esa manera...y seguramente no es que sean reacias a mi cultura, es más bien un "miedo" a lo desconocido; tendemos a pensar que sólo que ocurre en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestra familia es lo correcto y normal.
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