-"¡Andrés, rápido, despierta que nos hemos dormido y vamos a llegar tarde al aeropuerto!
Un año y seis meses llevaban esperando este momento Ángela y Andrés y no podían desperdiciarlo. Hace dos años empezaron con los papeleos para adoptar un niño y hace poco aceptaron su petición. Eran una pareja joven y muy bohemía que se conocieron en la carrera de ingenieria agrónoma. Ambos eran fértiles pero un viaje que hicieron años atrás a Tanzania les hizo cambiar su forma de pensar; se dieron cuenta que ellos habían tenido la suerte de haber nacido en la parte 'cómoda' del mundo, y decidieron que iban a hacer todo lo posible para ayudar a la gente que no gozaban de la misma suerte. Desde hace años participaban en campañas de ayuda al tercer mundo pero querían llegar más lejos, así que Menelik, ese era el nombre de su futuro hijo etíope.
Nació en la aldea Jima. Ahora tiene siete años y lleva ya más de la mitad de su vida trabajando para sus padres, tirando de los bueyes cargados de pajas.
El encuentro fue más emocionante de lo que ellos se esperaban, y no por que Menelik se tirase a sus brazos, sino porque ya se habían olvidado de la pobreza que había en estos países. La llegada fue dura, pero más lo fue la vuelta a España, aunque era lo mejor para el niño, su cara mostraba lo contrario.
En la agencia les avisaron que la integración del niño adoptado sería difícil y larga, pero Andrés y Ángela no se imaginaron que tanto. El niño apenas se comunicaba y esbozabas sonrisas en contadas ocaciones.
Prepararon las maletas y se fueron de vacaciones al pueblo de los padres de Andrés. Estaban preocupados por si otro cambio más empeoraría el estado del niño, pero nada más lejos de lo que imaginaban sucedió todo lo contrario: cuando estaban llegando, Menelik comenzó a ver vacas por la ventanilla del coche. Ésto le hizo acordarse de su familia y de su casa natal, y aunque en un principio le invadió la tristeza , tras bajar del coche corrió a darles un abrazo de sus padres.
Por primera vez se dio cuenta de todo lo que habían hecho por él.
- "¡Mamá, papá, os quiero mucho!"- murmuró Menelik.
¿es más difícil para un niño despegarse de su familia natal o vivir en un país subdesarrollado?
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