lunes, 1 de noviembre de 2010

Habitación 57.


Habitación 57, ese es el número de mi nueva habitación en el Hostal Regional. El spot publicitario del periódico no se ajustaba extricamente a la realidad, bueno en parte sí. eso de que no era una habitacion lujosa era cierto pero unos cuantos matojos de polvo se movían como las rodadoras del desierto. Pero tampoco tenía mucha importancia, mi estancia sería breve.
Bajé a cenar un poco al comedor y no había ni un alma (perfecto para estos momentos de soledad). El viaje me había dejado muerta asi que lo  mejor era meterse cuanto antes a la cama. Además mañana va a ser un día duro; tengo que madrugar para visitar todos los colegios mayores de Madrid para ver en cuál hay plaza libre y si el precio se ajusta a mi presupuesto.



Mi madre me dijo que en Metropolitano había unos cuantos colegios, así que cojí consulte un plano de metro y tomé la boca de Sol para cojer  la línea 3 y hacer transbordo en Moncloa. Más me vale que me vaya acostumbrando a desplazarme en transporte público.
Me quedé asombrada al descubrir que tanta gente podía caber en un vagón, lo que vi ayer no es nada comparado con lo que escuché que llamaba "la hora punta". A la gran cantidad de gente que había se le unía la enorme variedad de nacionalidades que había en aquellos 25 metros cuadrados.

Deseaba hablar con todo el mundo para preguntarles de dónde eran, había posibilidad que alguien viniese de un pueblo cercano al mío, pero sus caras de cabreo y de evasión me espantaron las ganas.
Subí a la calle y sugiendo las indicaciones que me dieron cojí el autobús más cercano que me llevaría a las residencias. Me senté atrás del todo, y después me di las gracias, porque de no ser así hubiese tenido que presencir el espectáculo ocurrido en primera plana. En la parada siguiente se subió, o lo intentó, un hombre de unos 35 años que llevaba unas cuantas copas de más. Su nacionalidad ya la dejó clara el hombre sentado a mi izquierda que sin pelos en la lengua que llamó "sudaca", acompañado claro está, con un sustantivo muy relacionado con el mundo de las heces. El conductor y los clientes no estaban dispuestos a tener que aguantar dicha escena. El hombre, posiblemente ecuatoriano, se negaba a pagar un viaje pues decía que tenía abono mensual pero que no lo encontraba ( o eso decían las mujeres de adelante, que debían de tener un máster en interpretación de labios, pues lo que es la vocalización brillaba por su ausencia), todo ésto bajo las voces e insultos de algunas personas, dónde no faltó la famosa y típica frase de: "¡vete a tu "puto país!" , esto ya no es España, esto es un vertedero". Cinco minutos después el autobús cerraba sus puertas y retomaba la marcha, con el ecuatoriano plantado en tierra. Mientras miraba por la ventana mitad nerviosa, mitad perpleja vi cómo el ecuatoriano conseguía casar su abono del fondo del bolsillo.
Y no es que yo justificase la intención del hombre al entrar en un transporte pública en tales condiciones, sino que me pareció imperdonable el hecho de que se le criticase por su procedencia. No se le enjuició por ser un "borracho"sino por ser un "sudaca borracho".



Foto: anunciosclasificados.pe

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