domingo, 19 de diciembre de 2010

Una visita "esperada".


Ayer fue un día duro porque tuvimos examen de Fisiología y lo último que me apetece esa mañana era madrugar, pero mis deseos se vieron truncados cuando el chirriante sonido de la alarma de mi móvil empezó a traladarme los tímpanos y a meterse sin permiso en mis sueños. El teléfono de mi casa se veía reflejado en la pantalla. Ya podría ser importante porque para llamar a esas horas, mamá. Por un momento cruzó a toda velocidad  la idea por mi cabeza de que hubiese sucedido algo malo allá, pero nada más lejos de la realidad; dentro de dos horas y tres cuartos iba a recibir una visita "esperada" de mi madre y de mi hermano, y digo esperada no porque estuviese al tanto de ella, sino porque era desde cuatro meses en Madrid lo que más ansiaba y esperaba.
-"cartera, abono transporte, guantes..ahh,las llaves, vale está todo". Ya tendría que estar de camino al aeropuerto para buscar a mi familia.


Esa risa me suena. Es mi "mami". Ya casi no me acordaba de la fragancia que utilizaba ni de los graciosos dientes separados de mi hermanito. No me podía creer que les tuviese tan cerca ni que yo hubiese podido estar tanto tiempo sin ellos.
Menos mal que encontré piso hace tres semanas (aunque me costó lo suyo) en el barrio de La Latina ( es curioso; "una latina anda suelta por La Latina"). Todavía no he encontrado a ningúna compañero/a de casa así que tendríamos toda la casa para nosotros solos.
Alquilamos la película de "Casablanca" y nos preparamos un tanque de palomitas que nos podría servir de reserva energética en caso de que llegase un año de hambruna.
En aquel momento, abrazada a mi madre debajo de una manta y con mi hermano jugando con sus tazos, hubiera sido capaz de comerme el mundo, de llegar a la tonta de clase y decirla que no tiene derecho a llamarme "panchita".

Acosté a mi hermano en mi cama y me pidió que le cantase una canción, era lo que le solía hacer en Trinidad. Cuando acabé de cantar se podía respirar un ambiente de ternura, hasta que se evaporó cuando mi hermano me dijo:
."Esmeralda, yo cuando me ponga malo, quiero que me cures tú."
-"¿Por qué?- dije con una media sonrisa dibujada por lo que pensaba que iba a ser su respuesta.
- "Porque no me fio de tus compañeros españoles, yo quiero que me trates tú."
¡Vaya!, mi gozo en un pozo, no fue esa la respuesta que me esperaba. Es más, aquella frase me dejo un mal sabor de boca por lo que no puede evitar contestarle:
- "Peque, no debes decir eso, ellos tendrían tantas ganas de curarte como yo".
En aquel momento me di cuenta que somos lo que oímos, y que seguramente no sea la tonta de mi clase tan intolerante como la persona que le inculcó esas ideas racistas.

foto: www.google.es/imgres?imgurl=http://viajetips.com

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